jueves, 11 de junio de 2009

El primer mandamiento da sentido a todos los demás

Cuando Dios pone como fundamento de toda la Ley

el primer mandamiento, es que hay que empezar por él.

En este mandamiento está resumida

toda la Ley y todos los profetas.

Cuando uno sigue ese orden de prioridad que Dios establece,

se da cuenta que todos los otros mandamientos

están condicionados por éste.

En él se nos descubre Dios como el verdadero Dios,

como la fuente del verdadero amor.

En él descubrimos a quién llama Dios nuestro prójimo,

descubrimos el amor que Dios le tiene,

que es una medida del amor que nos pide que le tengamos.

Si prescindimos del primer mandamiento

salimos del terreno de Dios para entrar en nuestro terreno.

Definimos el amor, definimos al prójimo,

definimos el amor que le damos,

cuándo hemos de dárselo

y cuándo estamos autorizados a negárselo.

Hemos cortado toda conexión con Dios,

el amor que hacemos circular es ya una moneda nuestra,

nuevos Césares, a los que es preciso pagar un tributo

como recompensa a todo lo que nos da.

Ese amor nos separa más de lo que nos une,

nos destruye más de lo que nos construye

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