viernes, 3 de abril de 2009

¿Quién se extrañaba más?

Se extrañaban de que Jesús
llamase Padre a Dios
y les parecía blasfemo que se proclamase hijo de Dios.
A Jesús le extrañaba cómo podían no llamar a Dios Padre
y le extrañaba que no se llenasen de felicidad
y lo proclamasen a los cuatro vientos
sintiéndose hijos de Dios.
Jesús, es bien seguro, lo había oído cientos de veces
de María y de José.
Y se lo tomó muy en serio...
"¿No sabéis que debo ocuparme de las cosas de mi Padre...?"
Los demás le conocían como el hijo de José,
pero él se sabía hijo de Dios.
Puede que él no tuviera conciencia de ser
el que hoy confesamos que es: el Hijo de Dios, DIOS HIJO.
Pero tenía muy claro que Dios era su Padre y que él era su hijo.
No importa lo que Jesús supiese de sí
el Padre siempre lo tuvo muy claro
y se lo dijo muchas veces...
Muy pocas en público... ¿cuántas en privado?
Cada día más de una vez.
Ellos estaban dispuesto a matarle por lo que decía,
mientras él estaba dispuesto a morir
para que cuanto antes pudieran decirlo ellos.
El secreto para creerlo está en volver a casa
como un día el hijo pródigo y comprobar que,
aunque no nos hayamos sentido hijos
y nos hayamos conformado con ser siervos,
Él, desde siempre, ha sido Padre.