miércoles, 22 de abril de 2009

El silencio es el Templo de la Palabra

Difícilmente ninguno de nosotros
hubiera podido hablar tanto
para responder a los interrogantes de Nicodemo.
Pero Dios es Palabra, y Dios es Amor.
Nicodemo se dio cuenta enseguida
que delante de Jesús
era mejor dejarle hablar
sin quitarle ni un momento de tiempo
con sus intervenciones.
Y acertó...
El silencio es como el templo de la Palabra,
entrar en el silencio es como entrar en ese templo.
Y todo comienza a resonar...
Una palabra que no entra a través de los oídos,
sino siguiendo sus propios caminos;
parece que así la limitación
que nuestros oídos imponen con lo que pueden oír,
no es ninguna limitación a lo que Dios quiere decir.
Leía ayer cómo algunos llaman a ese silencio
no-silencio... aunque nada se oye,
la palabra nos llena.
Otros le llaman silencio habitado...
volvamos a decir que el silencio
es el templo de la Palabra, de Dios.
Y en él se oye de manera especial
lo que Dios nunca ha podido, no puede
guardar en su corazón...
"Dios nos ama... Dios nos ha enviado a su Hijo"
Debió ser una noche muy corta...
¡un instante de la eternidad de Dios!
Es imposible envejecer cuando se vive así el tiempo.