jueves, 12 de marzo de 2009

Acostumbrarse no es sólo obrar por costumbre

Nos cuesta acostumbrarnos a muchas cosas,
pero nos acostumbramos a muchas más.
Pero, lo que son las cosas,
nos acostumbramos
a lo que nunca deberíamos acostumbrarnos
y no nos acostumbramos
a lo que deberíamos ir acostumbrándonos.
El final del acostumbrarse
no es hacer las cosas por costumbre,
sino el poder hacer de una manera natural
lo que se hace normalmente con esfuerzo.
Hay que "acostumbrarse" a vivir sencillamente,
no hay que acostumbrarse a ver la pobreza,
Hay que acostumbrarse a vivir con limitaciones,
poca vista, poco oído, poca movilidad...
no hay que acostumbrarse a ver morir a los pueblos
por enfermedades ya dominadas,
simplemente por la desidia de muchos o la nuestra
Hay que ir acostumbrándose a la idea de la muerte,
pero no a dejar morir.
El Evangelio con palabras muchos más serias
nos dice que Dios nunca se acostumbra al mal,
a la indiferencia, al olvido de los pobres.
¡Señor!, que "me acostumbre" al bien,
que nunca me acostumbre al mal.