sábado, 28 de febrero de 2009

Primero ¡HAZ!...luego ENTENDERÁS




¿Por qué el desierto, por qué el ayuno...?
No me preguntéis a mí por qué hemos de empezar por ahí,
ni se lo preguntéis siquiera a Dios.
El Espíritu empujó a Jesús al desierto
y no consta que le preguntara ni le explicara el por qué.
Jesucristo no obró nunca por cuenta propia,
lo suyo era hacer la voluntad del Padre.
Y eso no por ser Hijo de Dios, sencillamente era hombre de Dios.
No entenderlo, por parte nuestra,forma ya parte de lo que somos.
Por ser como somos, hace ya mucho tiempo
que no entendemos los pensamientos de Dios.
Jesucristo nos lo dijo con toda claridad:
Pensáis como los hombres, no como Dios.
Ve al desierto, haz ayuno...y descubrirás que merecía la pena.
¡Ah¡ y descubrirás que los caminos de Dios
son los verdaderos caminos del hombre.
Descubrirás que no somos tan diferentes de Dios;
tal vez hasta llegarás a descubrir que no es ningún cuento
eso de que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios