martes, 26 de mayo de 2009

Dios no pudo hacernos dioses... Sólo ¡darse a conocer!

Dios es inmensamente feliz. ¿Alguien lo duda?
Y sabe que es la fuente de la vida y de la felicidad.
No es celoso de su vida ni de su felicidad.
Y pensó en el hombre
para que pudiera participar de las dos.
No pudo hacerle partícipe de su persona,
porque sabe que nadie puede ser Dios
fuera de Dios.
Pero sí podía dársele a conocer
para que viéndole
pudiera ser tan feliz como como lo es Él conociéndose..
Dios es feliz cuando el hombre le conoce,
porque, al conocerle, no puede por menos de amarle,
desear ser como él en su persona,
y en la medida en que el hombre ama la vida de Dios
va participando de su vida y de su felicidad.
Es lo que Dios espera del hombre
y con ello le da más gloria:
que el hombre ansíe como opción personal
ser todo lo que es ya por don, por gracia.
Jesús se lo dice al Padre:
lo feliz que ha sido desde el principio al conocerle,
lo feliz que le ha hecho el poder darle a conocer.
Y es lo que pide para todos los suyos:
que reciban la gracia de conocerles
y otra, que casi es igual: ¡darles a conocer!