miércoles, 20 de mayo de 2009

El Padre, el Hijo y el Espíritu comprometidos contigo

Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza...
Padre, Hijo y Espíritu comprometidos con el hombre
al que abren las puertas de la vida
y le abren, también, de par en par,
las puertas de su casa, de su vida, de su amor.
¡Qué paradoja!
Dios da un lugar en su corazón al hombre,
mientras el hombre cierra el suyo a Dios.
¿Grandeza de Dios... pequeñez del hombre?
¿Amor de Dios... amor de hombre?
El hombre no es pequeño, se ha empeñado en serlo.
No se necesita casa grande para vivir solo;
la casa se hace grande para vivir en compañía.
Dile a Dios que no estás dispuesto a vivir solo,
que quieres que Él viva contigo...
Dios hará tu casa a su medida
y verás cómo en ella
podrán venir a anidar las aves del cielo...
¿Te recuerda la parábola de la semilla de mostaza?
Padre, Hijo y Espíritu lo saben todo de ti,
porque eres un tema prioritario en su conversación;
nunca trabajan por separado,
ninguno destruye nada de lo construido por los otros.
Si quieres crecer hombre, déjate hacer por Dios;
si quieres estar abierto a todos, ábrete a Dios;
si deseas saber algo de ti, deja que te hable Dios;
si nunca quieres estar solo déjate acompañar por Dios...
Que, aunque sepas muy poco de él,
él lo sabe todo sobre ti;
aunque le ames muy poquito,
Él te quiere inmensamente a ti.