domingo, 5 de abril de 2009

No se muere sólo una vez...

La Pasión del Señor...
¡Pero si ya pasó hace 2000 años!
Pues sí, pero hoy ya estaba en el ayer.
Vosotros y yo, y todos los hombres de hoy
ya formábamos parte del peso de la Cruz
con la que iba cargado Jesús.
¿O creéis que sólo eran malos los hombres de ayer,
que los de hoy nada tuvimos que ver?
Y parece como si viviéramos ajenos a ello,
como si le dijéramos que no había para tanto...
Amigos: Jesús no vino a traernos nada
de cuanto pudiéramos obtener nosotros,
nada de cuanto los padres pudieran dar a sus hijos.
Pero todo eso no basta; nos lo grita él
con mucha más fuerza
de la que gritábamos hace 2000 años
pidiendo su muerte.
Si viéramos hoy el mañana
¡qué distintos seríamos hoy!
Pero él lo vio, él lo ve
y sólo puede ver, hablar, esperar.
No puede morir, sólo vernos morir,
y esa es su mayor cruz, su verdadera pasión.
No le importaría volver a morir,
pero ver morir a aquellos por los que él ya murió...
Ese es un padecimiento mucho más grande
que el de unos padres que ven morir a sus hijos;
porque sigue habiendo mucha diferencia
entre el dolor de unos padres y el de nuestro PADRE DIOS,
entre el amor de unos padres y el de nuestro PADRE DIOS.
Y pensamos que amamos...
No, mientras no nos duela tanto al menos lo que les negamos,
como nos hace felices el bien y la felicidad que les damos.