miércoles, 29 de abril de 2009

Una vida que se da, ha de ser una vida muy viva...


Viendo la vida que Jesús vivía,
parece difícil entender cómo no se daban cuenta
que la vida de aquel hombre
no tenía nada que ver con las nuestras.
Debía tener algún secreto,
y por lo visto no estaban nada interesados
en saber dónde estaba aquel secreto.
¿Motivos? ¡Quién lo sabe!
No les interesaba aquella vida,
aquel hombre no tenía igual...
Ellos tenían bastante con sobrevivir.
Nosotros vivimos en otros tiempos
y se nos dice lo mismo.
Muchos ya han renunciado a oírlo,
otros prefieren una vida que pueda vivirse
antes que una vida que exija darse...
Y no se puede ver antes de creer.
Pero cuando crees al Señor,
comprendes su misterio... ¡no hay misterio!
La vida se vive mucho mejor dándola.
Y esa es la vida que él viene a ofrecer,
una vida tan rica, tan viva, tan abundante
que se puede dar sin miedo a perderla.
Es el secreto de una vida para siempre.
¡Ojalá que nuestra vida sea el mejor icono
de una vida inagotable!