domingo, 1 de marzo de 2009

La Cuaresma es cosa de amor


La Cuaresma para nosotros es algo que viene de lejos,
que nos la hacemos, o nos la acomodamos.
Pero en la vida de María fue una novedad.
Un hecho nunca vivido por ella.
Jesús falta de casa... por vez primera en 30 años.
Y el corazón le dice que iba a ser por mucho tiempo.
María no era sólo una madre..., era la Madre.
Su casa se había quedado vacía, llena de soledad.
Noches inacabables, vueltas y más vueltas en la cama,
y más de una vez despertaría sobresaltada
por algunos ruidos que oía en sus sueños
y le hacían pensar que Jesús había vuelto.
Se asomaba a su habitación,
pero la cama continuaba vacía...
¿Dónde estaría, que estaría haciendo...?
Si añadís que quien faltaba era Jesús,
no un hijo, sino el Hijo....
La mejor de las Madre se ha quedado sin el mejor de los hijos...
Esto es desierto, soledad, Cuaresma...
Lo nuestro suena a penosas imitaciones...
¿No os parece que sería una hermosa Cuaresma
salir al desierto en busca de Jesús
y llevarlo de nuevo con su Madre?
¡Vuelve a casa, Señor, te espera tu Madre!
No busques más, que la oveja perdida
ha oído, por fin tu voz,
y ha vuelto para siempre a casa...