domingo, 19 de abril de 2009

Aprender a ser los hombres nuevos que somos

Mirar atrás no es la mejor postura para ver
la novedad del tiempo al que hemos renacido
Jesucristo Resucitado parece diferente
del que tenemos en mente.
Le miras, le ves, pero ¡no es Él!
Para verle y reconocerle ha de dar él el primer paso.
Venimos de un ayer en el que el hombre no es el hombre
y era muy vago el recuerdo que tenía de Dios.
Era Dios quien tenía que manifestars.
Dios era zarza ardiente, Dios era nube, era maná, agua...
El hombre no podía resistir ni su presencia ni su voz.
Cuando Dios se manifestaba
el hombre no podía dejar de pensar en su propio pecado,
en los dos ángeles que le impedían volver atrás.
No es la mejor manera de ver, tratar de hacerlo desde el ayer.
Mirar a Jesús y no reconocerle se había hecho lo normal.
Jesús hubo de emplearse a fondo…
Comienza sin prisas; el hombre,
también los suyos, tenían que aprender
a mirar, a ver, a oír, a vivir;
tenían que acostumbrarse a su nueva situación.
Jesús, así lo parece, cree llegado el momento…
Recibid el Espíritu Santo.
Dejaos inspirar, dejaos conducir… Él os lo enseñará todo.
Id a todos los pueblos, anunciadles la verdad,
todo lo que habéis visto y oído.
Aprended a vivir entre todos
como yo aprendí a vivir entre vosotros.
Entrad en las casas de todos como yo entré en las vuestras,
hablad a todos como yo lo hice a vosotros,
perdonad a todos como yo os perdoné a vosotros.
vivid para todos… y hasta dad vuestras vidas por todos
como yo lo hice por vosotros.
Ofreced a todos la luz que yo encendí en vosotros.
Que todos os vean como mis enviados,
como vosotros pudisteis ver en mí al enviado del Padre.
Pasad a todos el mensaje, ¡volved a nacer, comenzad a vivir!