domingo, 15 de marzo de 2009

El Padre lo dio antes de que nadie lo pidiera


Piden un signo.
La pregunta ya lleva consigo un rechazo
de la visión de Jesús.
En el mundo en que vivimos nosotros y tú,
¿cómo has llegado a ver las cosas
tan diferentes de cómo nosotros las vemos?
¿Con qué luz cuentas?
¿Qué has visto que nosotros no vemos?
Esa es la verdadera pregunta…
¿cómo hacer para llegar a la verdad
a la que has llegado?
Porque ya no vale sólo el que pensemos…
Mientras sean nuestras falsas verdades
la fuente de cuanto pensamos,
seguirán siendo nuestros pensamientos
tan falsos como nuestras verdades.
Mientras no tengamos otras luces que las nuestras,
mientras no seamos capaces
de ver más allá de los libros,
de la tradición, de la experiencia…
mientras no seamos capaces
de ver más allá de las estrellas,
no nos bastará ningún signo.
No queremos ningún signo, Señor,
sólo queremos ojos nuevos, nueva luz.
Aprovecha este rato que estamos ante ti
para derribar nuestras seguridades,
para hacer tambalearse nuestras verdades.
Para comprender que el Padre
ha enviado ya su prometido,
que ha empezado el tiempo definitivo,
que se han abierto los cielos
y que el Padre ha hablado:
Este es mi Hijo amado, el predilecto,
¡Escuchadle!