lunes, 18 de mayo de 2009

¡Qué gran regalo!

Jesús se conoce perfectamente.
Sabe la parte que el Espíritu ha tenido
en la persona que es, en la vida que ha vivido
en las obras que ha realizado.
El Espíritu es su gran regalo a sus amigos.
Pero el Espíritu no es sólo fuente de vida;
es fuente de otra vida.
Jesús ha vivido siempre con Él,
y no le llevó a los lugares
que los hombres elegimos
para nuestro descanso, nuestro disfrute;
ni siquiera le dio una casa cómoda...
su mesa no veía los menús
que nosotros elegimos para nuestras comidas,
pero nadie, ni en sus mejores sueños,
vivió la felicidad que él vivió.
Vivir con el Espíritu es ver con sus ojos,
amar con su corazón;
poner su sabiduría, su poder,
sólo al servicio de la verdad, del amor y del bien.
Con el Espíritu se corren todos los riesgos
que Jesús corrió.
Pero sólo con él se puede ser
lo que Jesús fue, vivir la vida que vivió,
amar al Padre como Jesús le amó,
amar a los hombres como él los amó.
No importa lo que la vida nos depare...
vivir llenos del Espíritu merece la pena.