domingo, 7 de junio de 2009

Familia de Dios... La que es; la que somos.

Dios no pierde el tiempo explicándonos sus misterios;

nos permite sencillamente asomarnos a su vida.

Puedo no entender cómo es posible que exista…

Dios existe… punto.

Puedo no entender como puede ser Uno y Trino

Dios lo es … punto.

Pero tenemos clara una cosa…

Dios es perfecto en todo lo que es.

No sé si es la perfección de cada uno

la que les lleva a la Unidad

o si es en la Unidad donde cada uno realiza su perfección.

Dios es las dos cosas; perfecto en sus Personas

y perfecto en su Unidad.

Y… punto.

Debe ser algo importante, muy importante,

cuando se hace oración en labios de Jesús:

¡Que sean uno como Tú y Yo, Padre, somos Uno!.

El domingo pasado celebrábamos la Fiesta de Pentecostés,

la llegada del Espíritu Santo a nuestra ”tierra”

y ya lo veis: su primer acto es mostrarnos la familia

que Padre, Hijo y Espíritu son.

¿Una casualidad?. Pues no; es el principio

de una tierra nueva, unos hombres y mujeres nuevos,

una nueva creación.

Mientras vivamos tan separados como lo hacemos,

seremos miles de millones de gente pequeñita…

Sólo cuando permitamos que el Espíritu

haga de nosotros una unidad,

el hombre será grande:

con la grandeza que Dios le ha dado

y con la grandeza que supone el que cada uno de los hombres

pueda contar con las “riquezas” de todos.

Y por lo que parece, no sólo seremos más grandes…

seremos, sencillamente, MUJERES Y HOMBRES nuevos.